Tengo una cita con un hoax… y yo con estos pelos

«Hola, me llamo Hans Gotsched de brandeburgo y soi el jefe del departamento de guerra bacteriologica del gobierno Aleman. Estamos recibiendo tanta emigracion española que, para no bernos desbordados, emos decidido reducir la población de su país en un 64 %. Reenbie esto a 12 de sus contactos y todo su pueblo o ciudad se salbara del futuro bombardeo con antras.»

Un texto similar, recibido en cadena junto a otro montón de direcciones de correo, haría arquear una ceja en señal de sospecha a cualquiera que no se incorporara ayer a la cosa esta de internet («Hay algo en la forma de expresarse de ese tipo que no me acaba de encajar. ¡Oh, claro…! Gottsched se escribe con dos tes. Buen intento, prusianito«).

Porque llegados a este punto hay que ser muy nuevos para no estar familiarizados con el tema de esas famosas cadenas, profetas de un destino funesto que tú, mi buen amigo, sólo tú puedes evitar. «¿No te has pasado la vida con la sensación de estar destinado a lograr grandes hazañas? ¿A hacer algo bueno por el mundo? ¿Acaso no cobra sentido ahora? Reenvía el mensaje a cuantos contactos te sea posible, que el futuro del universo depende de ti.»

Todos nos hemos topado con una tontería por el estilo, todos sabemos lo que son, así que no  tendría mucha gracia que me pusiera a disparar perogrulladas sobre el asunto. A fin de cuentas llevamos más de diez años ignorando los sabios consejos de Andy y John y aún no ha pasado nada. Eh… nada… en absoluto.

Pero el tema de hoy está estrechamente relacionado y de ahí que lo introduzca así. Es un fenómeno muy similar que sorprendentemente suele cobrarse más inocentes de los que debería. Y valga un ejemplo para ilustrar la situación:

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