Tengo una cita con un hoax… y yo con estos pelos

«Hola, me llamo Hans Gotsched de brandeburgo y soi el jefe del departamento de guerra bacteriologica del gobierno Aleman. Estamos recibiendo tanta emigracion española que, para no bernos desbordados, emos decidido reducir la población de su país en un 64 %. Reenbie esto a 12 de sus contactos y todo su pueblo o ciudad se salbara del futuro bombardeo con antras.»

Un texto similar, recibido en cadena junto a otro montón de direcciones de correo, haría arquear una ceja en señal de sospecha a cualquiera que no se incorporara ayer a la cosa esta de internet («Hay algo en la forma de expresarse de ese tipo que no me acaba de encajar. ¡Oh, claro…! Gottsched se escribe con dos tes. Buen intento, prusianito«).

Porque llegados a este punto hay que ser muy nuevos para no estar familiarizados con el tema de esas famosas cadenas, profetas de un destino funesto que tú, mi buen amigo, sólo tú puedes evitar. «¿No te has pasado la vida con la sensación de estar destinado a lograr grandes hazañas? ¿A hacer algo bueno por el mundo? ¿Acaso no cobra sentido ahora? Reenvía el mensaje a cuantos contactos te sea posible, que el futuro del universo depende de ti.»

Todos nos hemos topado con una tontería por el estilo, todos sabemos lo que son, así que no  tendría mucha gracia que me pusiera a disparar perogrulladas sobre el asunto. A fin de cuentas llevamos más de diez años ignorando los sabios consejos de Andy y John y aún no ha pasado nada. Eh… nada… en absoluto.

Pero el tema de hoy está estrechamente relacionado y de ahí que lo introduzca así. Es un fenómeno muy similar que sorprendentemente suele cobrarse más inocentes de los que debería. Y valga un ejemplo para ilustrar la situación:

Pongamos que yo, un tipo sin la menor idea de cine, grabo una cinta de tres horas titulada La Soledad, que consista únicamente en un plano fijo en blanco y negro de mi silla vacía. La muevo por festivales y a nadie parece trasmitirle nada, así que decido probar suerte colgándola en youtube con la descripción «Una de las primeras obras de Fritz Lang, aclamado autor del séptimo arte.»

Lo lógico es que detecten mi fraude en cuestión de días o semanas y me pongan en mi sitio, pero… ¿y si todo el mundo, embelesado ante semejante obra maestra, empezara a distribuirla por correo electrónico y a moverla por las redes sociales? ¿Y si se extendiera como la pólvora por las cuatro esquinas de internet hasta el punto de que blogueros gafapastas de «renombre» incluyeran La soledad, de Lang, en la lista de sus diez películas favoritas de todos los tiempos? ¿Y si se proyectaran fragmentos cumbres del metraje en programas de cine, como ese donde una mosca sobrevoló todo el escenario hasta posarse en el respaldo? Hasta saldrían oportunistas que asegurarían haber visto una copia de la película entre el material de un coleccionista noruego que proyectó un pase especial sólo para ellos.

Suena ridículo, ¿no?  Pues es algo que pasa todos los días en el ámbito de la literatura. Y un ejemplo viviente del emperador que va desnudo bastante cómico.

quevedo

«bueno, si no quieren ya no pongo más fanarts yaoi :? y yo que pensé que les estaba gustando :roll:»

Miguel de Cervantes Saavedra

Ya que, día tras día, incautos internautas divulgan textos de «Julian, el que va muy bien en las clases de lengua de secundaria» bajo el sello de los grandes de nuestra literatura sin que nadie parezca darse cuenta de nada.

¿Que cómo es posible que tantos caigan en esta versión digital de Ricky Martin y la mermelada? Pues, en mi opinión, el hecho de que la gente tienda a permanecer crédula y acepte todo lo que lee por internet sin plantearse contrastar la información que recibe, lo explica un poco. El que esta moderna poesía de los interneses suela distribuirse en forma de citas cortas sacadas de contexto (te miro a ti, facebook) lo explica bastante más. ¿Cómo va alguien con la guardia baja a detectar ahí los rasgos comunes del adorable y sentido aspirante a juglar adolescente, cuando sólo puede ver una minúscula parte de él? Incluso llegan a darse ocasiones en las que la auténtica autoría de las obras mal citadas pertenece a una persona con evidente formación literaria, por lo que solamente alguien familiarizado con el estilo del escritor original puede darse cuenta del bulo.

Pero no no nos adelantemos, vamos a detenernos en algunos de los casos con los que me he topado yo personalmente:

Con el tiempo. Atribuido a Borges.

Lo primero que llama la atención es su estructura sencilla. Un par de párrafos medianamente elaborados seguidos por una simple colección de frases cortas sin rima, una detrás de la otra. Lo que sugiere dos cosas:

1) Es el «poema» perfecto del que sacar citas para facebook sin que nadie note nada raro, tal y como antes apuntaba. La única pista que tenemos de que algo falla, la pobre cohesión de todo el texto, desaparece cuando te limitas a tomar una pequeña parte de él.

2) Debió haber empezado a distribuirse por correo en una versión más breve, a la que los receptores fueran añadiendo material de su cosecha. Tiene sentido, ¿no? La primera parte funciona como una unidad por sí misma, y luego empiezan a aparecer esas frases cortas que quedan como un pegote. Como si todo lo demás lo hubieran rellenado terceras personas para «mejorarlo».

Pero… ¡no se vayan todavía, que aún hay más! Resulta que también circula una versión en inglés a la que le faltan todos esos evidentes añadidos.  ¿Se trata del origen del hoax? No sería descabellado suponer que un buen día cualquier tipo leyera un poema en inglés, le gustara, y decidiera traducirlo para compartirlo por ahí con sus amigos. El paso por tantas manos habría hecho el resto, como una suerte de teléfono estropeado 2.0.

La hipótesis es desde luego creíble, pero se necesitaría una elaborada investigación de la autora a la que se lo atribuyen para no caer en el mismo error que se está denunciando aquí. Y yo desde luego no lo voy a hacer, que no hay ganas.

El otro gran bulo borgiano, Intantes, es mucho más famoso pero también mucho más tratado, además de contar con un origen bastante dudoso que aún hoy trae de cabeza a mucha gente. Por tanto, aquí se queda en una simple mención. Pero animo a que cualquiera que esté leyendo esto se informe, que tiene «enigma» para rato.

Españoles, ¿sois idiotas? Atribuida a Perez Reverte

En esta ocasión no hay mucho misterio. Es una carta al director de un periódico de Navarra que a alguien le dio por atribuir al autor de Alatriste porque «dice verdades como puños, igual que él». El que se distribuyera completa permitía que cualquiera mínimamente familiarizado con el estilo de Reverte y las Patentes de Corso terminara remarcando el error de autoría, lo que no impidió que durante una temporadita nos spamearan el sois idiotas hasta en la sopa.

Igual que «Con el tiempo», tampoco se libró de aportaciones apócrifas al texto final.

La marioneta. Atribuida a García Marquez.

Originalmente escrito por un ventrílocuo Mexicano para sus audiciones, vete tú a saber cómo acabó en la red de redes y encima mal citado. El mismo Marquez está enterado de la bola y, en sus palabras «Lo que más me puede matar es la vergüenza de que alguien crea que de verdad fui yo quien escribió una cosa tan cursi».  Lo gracioso de éste es que se enviaba acompañado de un texto decía algo como que el Colombiano sufría de una dolencia gravísima por la que pronto moriría, y ahí plasmó sus sentimientos ante el fatal destino que le esperaba. Debe ser la enfermedad degenerativa más lenta del mundo, el pobre va a pasarse cien años sufriendo en soledad.

Y ya está, he sobrepasado el límite de palabras que puedo escribir del tirón sin echarme una siesta para descansar del trabajo duro. Quizá algún día investigue un poquito para hacer una segunda parte, pero mientras tanto… ¿Tú también te las has visto con los tratados aquí? ¿Conoces otro que no he puesto? ¡Cuenta tu opinión!

Por favor. Me siento tan solo…

i'm_so_ronery01

Tan… solo…

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