Historia invitada

Había una vez una depravada yaoiera peruana que vivía en un local constantemente asolado por ataques zombies. Un buen día, apareció el Dios de los gafapastas y le propuso una prueba de valor: “¿Eres novelista? Escribe una historia para mi blog y yo, en mi infinita sabiduría, te libraré de ese mal que te aqueja. ¡Pero cuidado! Debes tenerla lista en menos de una hora o los zombies volverán mientras se quejan y se sienten profundamente ofendidos” Aquel día nació este cuento, que yo transcribo tal y como lo encontré manuscrito. Pero me temo que nunca sabremos el destino de esa mitológica autora. Algunos investigadores sostienen que era la perfección encarnada en humana.

Crónicas gafapastosas, por Nozomi Koizumi

Érase una vez un individuo con pelo rizado con un par de gafas horribles y grandes de nerd. Su única meta en esta vida era obtener una maestría de analista de series y películas ochenteras de clase Z

«¿Qué entrada en mi blog publicaré hoy?», meditaba el joven cuando iba por las calles adosadas de adoquín en su humirde pueblo yamshano. Llevaba dos años sin estrenar su blog y postear ni una sola entrada.

Cuando, de pronto, se topó con un poste de luz y se golpeó el cerebro. Sus «hermosas» gafas de lente de botella se cayeron a suelo producto de ese choque.

-Nooooo, maldita sea, nooooo -exclamó tristemente el gafapastas al mismo tiempo que recogía los restos de lo que alguna vez fueron sus lentes para leer.- ¿Qué hare ahora? ¿La pinta de nerd que tan sensualmente tenía y me hacía el centro de atención de las chicas ha desaparecido para siempre?

En ese instante, una chica preciosa y hermosa latina que pasaba por su lado se ofreció a ayudarlo.

-¿Le ocurre algo, caballero? -le interpeló.

– Es que se me han destrozado los lentes, mire -indicó el chico con el índice derecho de su mano a la joven, mientras se levantaba lastimeramente del suelo con los restos de sus gafas.

-Pero, señor. ¿No ha probado usar lentes de contacto? Esos quizá no se le caigan al suelo. Asimismo, le darán una visión más atractiva y no de lente de botella.

-No, mi sex appeal estaba en esos lentes de nerd… Aunque

En ese instante, el joven se observó a través de una de las lunas rotas de sus ex- gafas. Un suave rizo cayó tímidamente junto a su oído, como cuando se tomó una foto de celular para cierta amiga por internet.

– ¡YA LO SE! MI ENCANTO Y SABIDURIA GAFAPASTIL NO ESTABAN EN MIS LENTES! SINO… SINO…

El chico puso una cara como si hubiera descubierto la penicilina de hace tantos años. La mujer pensó dentro de sí «¿y a este qué mosca lo picó»

-Dísculpeme, señorita. ¿Conoce una peluquería?

-Ah, sí. Yo trabajo en una a dos cuadras. Se llama, «Ricitos Perfectos, patrocinado por Pantene». Se la recomiendo.

-¿Y usted hace tratamiento de rizos perfectos? -preguntó el joven con una esperanza en todo su rostro.

-Por supuesto. Es una de mis especialidades como estilista -respondió muy horonda la señorita.- «Creo que la pregunta está demás, ¿acaso el nombre de mi peluquería no habla por sí sola?» -murmuró la joven.

-Decía algo? -señaló el gafapastas.

-No, nada -contestó cínicamente la chica.- Sígame.

El sujeto sin gafas y la joven se dirigieron a la peluquería de la segunda.

Luego de aplicarle 1, 500 botellas de shampoo «Rizos Perfectos», 500 ampollas de tratamiento capilar y 72 horas con secadora de pelo, el cabello del muchacho seguía como siempre. Sin embargo, había algo que le faltaba para que volviera a recuperar su imagen de nerd gafapastoso de antes.

-¿QUÉ ES LO QUE ME FALTA? ¿QUÉ? -chilló el joven, al levantarse de su silla de la peluquería y agarrarse los pelos a modo de rabieta.

En ese instante, al estirar sin querer algunos de sus cabellos, el chico se observó fijamente en los espejos de la peluquería. Al estrujarse los cabellos y alargarlos, tenía una imagen muy distinta a la actual. Muy parecida a cuando tenía sus gafas de nerd de antes.

-¡Eso es! Quizá si… -señaló el joven lleno de algarabía.- Señorita, venga aquí! -ordenó el muchacho levantando la voz, como si estuviera dando una orden presidencial.

-¿Sí, señor? -dijo la muchacha, casada de trabajar durante todos estos días para el gafapastas, sin éxito alguno hasta ahora.

-¿Sale alisar el cabello?

-¡Por supuesto! -respondió la chica.- «¿Éste que se cree? Que sólo sirvo para mantener sus ricitos de oro?» -susurró la joven.

-Me dijo algo? -preguntó el muchacho, mientras se volvía a sentar cómodamente en la silla de la peluquería.

-No, joven.

-Entonces, ¡apúrese y alíseme el cabello! ¡Que un blog gafapastoso está esperando por mí!

Luego de 100,000 mil horas de alisamientos, los ricitos de oro del gafapastas se alisaron. Por fin.

-¡Qué guapo y tan nerd me veo! Sí, señor -refirió el muchacho luego de salir de la peluquería.

El gafapastas con un nuevo par de gafas de nerd, pero ahora con el pelo liso, se sentó frente a su ordenador. Estaba más inspirado que nunca para sus entradas blogeras.

Escribió 4 entradas gafapastosas en menos de cuatro días. Todo un récord en su archivo gafapastil. Sobre el juego Osu!, Gundam, citas célebres y poco más. ¡Todo un máquina! Y todo gracias a qué? A un simple alisamiento de pelo!

Conclusión gafapastosa: ¡alísate el pelo y podrás estar inspirado para tu blog!

FIN

Una respuesta a “Historia invitada

  1. Pues ahí tienes el primer capítulo de tus crónicas, las cuales están entre mis proyectos (entre tantos, un día de estos, tú ya sabes, marujito ^^ xD). Sólo espero que se me quite el morro de la flojera y mi inconstancia me deje en paz (¿a quién se lo digo? ^^)

    Tienes un fanfic, una crónica y algo más que te regalé hoy, ¿más te puedo mimar? ^^.

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