Reseña express: Por qué me gusta Doctor Who (2005)

Todos disfrutamos de nuestros pequeños placeres ocultos. Esos que, de darse a conocer por los círculos entre los que nos movemos, dañarían irreparablemente nuestra buena reputación dentro de los mismos. Evaristo, el estirado amante de la nouvelle vague, aprovecha cualquier momento a solas para ponerse la última Michael Bay. Manolo, el rústico camionero que de día nada en testosterona, de noche se hace llamar La Vane. Y servidor de ustedes, pese a su eterno vagar por los floros recomendando películas, libros  y cómics que parecen sacados del decálogo del buen gafapasta repelente, pierde la cabeza por cierta serie infantil/juvenil que lleva ya unos mesecitos de vuelta. El estandarte de la ciencia ficción barata con aliens de cartón piedra. El, canten todos conmigo, DOCTOR WHO.

¿Que qué es eso del Doctor Who, se pregunta usted bajo su roca? Pues nada más y nada menos que, desde su primera emisión en 1963, la serie de televisión británica más longeva de la historia. Que vale, tiene truco porque se pasó cancelada diez años hasta que a alguno de los genios de la BBC le dio por sacar del trastero la versión moderna (que es de la que hablaremos ahora), pero las cifras no dejan de ser impresionantes.

La trama nos pone en la piel del apodado «El Doctor», un excéntrico alien de forma humana que dejó atrás su verdadero nombre, escapó de su tierra natal, y ahora vaga sin rumbo fijo desfaciendo entuertos por el tiempo y el espacio con sus amiguitos humanos. «Amiguitos» que por h o por b deciden viajar con él (casi siempre después de que les salve la vida) y sirven de recurso de guión básico: en mundos tan vueltos del revés, son los personajes con los que el espectador puede conectar e identificarse. Y es que antes de que te dé tiempo a preguntarte qué demonios es el bicho nuevo de la semana, se revelan como la excusa perfecta para plantarte la explicación pertinente por boca de nuestro doctorado protagonista.

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«- Esto, Amy, es un Grífolax. Como observarás, lleva puesto su casco especial con antena incorporada para poder respirar en tu ecosistema. ¡Pero no temas, viene en…!

– Eh… Doctor…

– Calla.»

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Recomendación consolera del día: LSD Dream Emulator

La siguiente entrada está adaptada (traducida libremente y resumida) de Hardcore Gaming 101, una web de rarezas que todo aficionado a los videojuegos que se precie debería visitar a diario.

Los videojuegos se vienen usando como método para evadirse de la realidad desde hace décadas. Coloridos cuentos infantiles, inefabless futuros distópicos… no existe medio audiovisual alguno capaz de hacerte experimentar mejor ese particular gusanillo, meterte de lleno en un universo de fantasía. Una alternativa física al mundo de los sueños codificada en unos y ceros. Mundo que a su vez se ha visto representado en más de dos y tres juegos. ¿El círculo se cierra?

Títulos como Rez, Psychonauts, o la saga Nights serían varios ejemplos muy conocidos de eso que acabo de decir, pero sólo hay uno que de verdad captura la esencia de lo que es soñar. Un señor llamado Hiroko Nishikawa se pasó diez años llevando un diario de sueños, otro caballero de nombre Osamu Sato adaptó esos textos a un videojuego con cara y ojos, y de ahí salió esta pequeña maravilla de la que hablaremos hoy: LSD Dream emulator.

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Las siglas del título…

LSD fue lanzado en Japón para la primera PlayStation y nadie tuvo los redaños de distribuirlo internacionalmente. Si alguien encuentra por ahí una copia física, mejor que no pregunte el precio así sin anestesia. Sin embargo, es desde su reciente reedición para el PSN japonés que lo ha podido probar legalmente todo un nuevo abanico de jugones. Ya que, si bien su temática puede tirar para atrás a mucha gente, el título en sí no requiere conocimiento alguno de la lengua nipona.

Y es exactamente lo que parece, un sueño jugable. Puede que no haya envejecido tan bien como debiera y tenga sus carencias, pero estamos ante una experiencia que merece la pena vivir.

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…no son casualidad.

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Por qué no me gusta Dragon Ball GT

Dragon Ball GT es la entrega más defenestrada de una franquicia que por otro lado cuenta con millones de seguidores alrededor de todo el mundo y va camino de seguir aumentándolos a un ritmo nada desdeñable, no por nada apodada como el… eh… Mortadelo de Japón. En este caso la razón del odio parece fácilmente atribuible a la ausencia del autor original aunque, en mi opinión, el quedarse con eso no permitiría más que rasgar la superficie. La falta de Akira Toriyama es la gripe, y como la gripe viene acompañada de una ristra de síntomas que el enfermo sufre. La lástima es que para borrar este anime de tu mente no baste con guardar cama.

Echemos un vistazo. Uno en sentido figurado, porque llevo por lo menos siete u ocho años sin verla. Lo sé, lo sé… me gusta el cada vez más difícil.

1º síntoma: Un chicle que ya no podía estirarse más.

El primer y más evidente error de la entrega de los monitos es que es la continuación de algo incontinuable.

Cuando Goku superó a los humanos más fuertes del mundo, se recurrió a los demonios. Cuando los demonios se quedaron cortos, el escenario tomó dimensiones interplanetarias. Cuando ningún alien pudo toser a nuestros saiyanos favoritos, de debajo de la roca terrestre más cercana salió un genio científico capaz de crear androides superiores al recientemente derrocado emperador del universo. Y para la última saga la cosa ya tomó el único rumbo posible. El monstruo Buu era tan poderoso porque lo hizo un mago. Literalmente.

A mí me encargan la tarea de retomar una saga de semejante recorrido y me paso tres días en el baño mientras lloro como una adolescente con mal de amores. O, en el mejor de los casos, me encierro en el armario de las escobas confiando en que de algún modo todo se solucione. Es una auténtica putada, y siento verdadera pena por los guionistas asignados al invento ya que no tenían culpa de nada. Demasiado bien les salió dadas las circunstancias.

¿Qué nuevo enemigo podría salirse de esa burrada de escala de poderes? ¿Una Bulma malvada? ¿Otokogaijin-san, el infame invasor venido de otra… “dimensión”?

así de grande

“Robaré trabajos, seduciré a vuestras mujeres, crearé molestias en el vecindario… ¡¡Y no hay nada que podáis hacer para impedírmelo, jaaaaajajajajajaja!!”

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